LA
MUJER QUE SEMBRÓ SEMILLAS
Erase
la historia de un hombre que un día tranquilo con su maletín cogió
el autobús para ir a su trabajo, cuando subió se sentó y se
acomodó.
En
la siguiente parada subió una mujer de avanzada edad, se sentó al
lado de la ventanilla, el hombre fijó su mirada en esa mujer y
observó como sacaba una bolsa metía la mano y tiraba cosas por la
ventana.
Al
siguiente día el hombre subió de nuevo al autobús, se acomodó y
en la siguiente parada volvió a subir la misma mujer del día
anterior, se sienta al lado de la ventanilla y el hombre observó que
repetía la misma operación, volvió a tirar cosas por la ventana.
El hombre la tomó por loca y pensaba que se le había ido la cabeza.
Al
tercer día sube el hombre al autobús lleno de curiosidad por
aquella mujer, en la siguiente parada vuelve a subir la mujer y se
sienta en el mismo sitio como en los días anteriores, el hombre se
levanta de su sitio y se coloca al lado de ella preguntándole. Oiga
buena mujer tengo curiosidad y quisiera saber ¿qué es lo que arroja
usted por la ventana? La mujer le responde – Hijo estoy tirando
semillas. A lo que el hombre le respondió – Buena mujer ¿no ve
que es asfalto y los coches las chafarán?
La
mujer añadió. Ya vendrá el viento y se las llevará.
El
hombre dudoso le dijo.
-Pero
necesitan agua.
La
mujer le respondió. - Ya vendrá la época de lluvias y las regará.
El
hombre llegó a su destino y se bajó pensando en aquella mujer.
Un
día decide cogerse unos días de descanso en su trabajo y al
regresar de nuevo, cogió el autobús con ganas de volver a ver a
aquella mujer, pero se da cuenta que en la siguiente parada no sube.
Extrañado le pregunta al chófer por su ausencia.
Él
le respondió que había fallecido, entonces lleno de pena se sentó
y cuando pasaron por el lugar donde habitualmente echaba las semillas
observó como una niña le decía a su madre. -¡Mira mamá está
todo lleno de flores y de todos los colores!.
Entonces
el hombre entendió que aunque aquella mujer no lo llegara a ver,
otra gentes disfrutaría de su labor.
Al
día siguiente él llegó al autobús se sentó al lado de la
ventana, abrió el maletín, saco una bolsa y empezó a tirar
semillas.
Conclusión:
pues que aunque aquella mujer no lo viera se alegraría al saber que
otra persona lo disfrutaría de la buena obra que ella hacía.
Por Candi Gallego Marcos
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